Las texturas en las paredes se han vuelto una manera de darle un estilo más rústico y desenfadado a una estancia, pues se sale de toda norma de las típicas superficies brillantes o lisas.
Sin embargo, una de las mayores preocupaciones es a la hora de pintarla y de aplicarle un nuevo color, pues muchos piensan que es toda una faena el recubrir por completo esta clase de paredes, pero, al contrario, a pesar de cotar con un poco de más trabajo que una pared lisa, hay maneras más efectivas que facilitan su pintado.
Por ello en este apartado nos hemos encargado de resumirte y suministrarte la información necesaria, para que puedas pintar una pared porosa sin morir en el intento.
Examinar la pared
Antes de comenzar con la protección y pintado, es necesario revisar con suma precisión cualquier imperfección a lo largo de la extensión a cubrir, pues a pesar de que la zona esté cubierta de cierta textura, los golpes y los agujeros son igual de notables que en una pared totalmente lisa, por lo que, si tu objetivo es un acabado limpio y profesional, es mejor arreglar esta clase de irregularidades antes de comenzar con el siguiente paso.
Todo puede ser arreglado lijando lo necesario y cubriendo con una masilla de tono claro, lo que sí es seguro es que se debe aplicar la técnica necesaria para que la zona arreglada pueda lucir e imitar la textura del resto de la pared, con ello puedes lograrlo con distintos moldes o herramientas hechas para este tipo de trabajos.
Preparar la zona
Para pintar una pared rugosa o porosa se necesita de una limpieza a profundidad, esto es importante gracias a que esta clase de superficies suelen acumular mucho más polvo, suciedad e impurezas.
Para hacer esto, la mejor opción es optar por un cepillo de cerdas suaves y gentiles, que puedan llegar a lugares difíciles sin ser muy agresivo con la superficie a tratar. Lo siguiente sería dejar secar completamente la superficie para asegurarse que la pintura se pueda adherir completamente y de manera uniforme.
Las mejores pinturas para superficies porosas
Podrán existir miles de tipos de pintura con distintas propiedades, pero en estos casos las mejores que se adaptan a las necesidades de una pared con estas características es la pintura para revestimientos de fachadas, pues esta cuenta con una protección contra rayos UV y resistencia a los cambios de clima, lo que ayuda directamente a que el color de la pintura se mantenga uniforme por más tiempo.
Además, también cuentan con la ventaja de un secado rápido, por lo que aplicar próximas capas no lucirá tan longevo como es usualmente.
Pinta y llega a todos los sitios
Una brocha podrá lucir como mejor elección ante un rodillo cualquiera para cubrir la pared con una capa de pintura, sin embargo, algo que puede agilizar el recubrimiento de una pared de este estilo es un rodillo de poliamida de fibras largas, pues este tiene mejor alcance que uno convencional, facilitando el pintar zonas con múltiples detalles y rugosidades.
En caso de no disponer de dicho rodillo, se puede optar por uno de siesta grueso, lo que asegura que las fibras sean lo suficientemente absorbentes y extensas para que la pintura pueda ser aplicada en ranuras e imperfecciones, brindando una mejor cobertura.
También hay que tener en cuenta que, dependiendo de las características de la superficie, puedes optar por un rodillo de mayor o menor diámetro, siendo uno de mayor medida un aliado ideal para cubrir mayor perímetro de extensión, aunque uno de menor tamaño es mucho más preciso y logra un acabado más limpio.
La mejor técnica para pintar y cubrir zonas porosas
Así como existen herramientas para cubrir con mayor efectividad zonas que cuenten con texturas o un mayor nivel de porosidad, y es pintando de forma horizontal y vertical, alternando entre esas direcciones para asegurarse de pintar y cubrir en el menor tiempo posible.
Otra manera de intercalar los sentidos de pintado es trazar múltiples W sobre la superficie, variando ligeramente en los ángulos, pudiendo de ese modo asegurarse de llegar a los sitios más inalcanzables, este paso es mejor hacerlo con una brocha, pues esta tendrá mejor efecto y llegará a sitios donde el rodillo no haya podido alcanzar.
Cabe mencionar que no hay que apresurar el pintado, pues el hacerlo más despacio y lento es una de las claves para cubrir las rugosidades y relieves por completo, aportando el tiempo necesario para que del rodillo salga la cantidad necesaria.