El aplicar distintos estilos a una estancia es una manera perfecta para personalizarla y hacerla lucir uniforme de acuerdo a la decoración en general, sin embargo, existen paredes que no cuentan con la típica superficie lisa y suave, por ejemplo, las superficies de ladrillo cuentan con cierta textura rústica.
Por ello y muchas más razones nos enfocaremos en este apartado de facilitarte una guía perfecta para poder pintar paredes de cualquier textura y tipo, logrando que luzca un color uniforme y ofreciendo distintas técnicas y herramientas para lograr un acabado limpio y pulcro sin morir en el intento.
Limpiar el perímetro
Debido a que la zona cuenta con textura e irregularidades en la superficie, es muy probable que cuente con impurezas y restos que no permitan que la pintura se adhiera correctamente a la extensión, por lo que una limpieza a profundidad es esencial si se desea un acabado limpio y profesional.
Para ello lo primero es con una toalla húmeda o directamente aplicando agua con una manguera ir retirando todo el exceso de polvo e impurezas, posterior a esto esperar a que se seque la superficie para finalmente pasar una brocha por todos los relieves e irregularidades para asegurarse que ningún resto se haya escapado de la limpieza.
La mejor forma de pintar superficies rústicas
Si bien la calidad de la pintura es importante, asimismo lo son las herramientas utilizadas al pintar, para cubrir toda la superficie de la manera más uniforme posible, se recomienda utilizar un rodillo para cubrir la zona de manera más veloz y efectiva, sin embargo, este tiene que tener fibras super absorbentes para poder revestir de manera coincidente, esto con el fin de que la pintura pueda llegar a ranuras y relieves.
Acompañar el proceso con una brocha es una muy buena idea, pues así se repasan zonas de manera más localizada, y en caso de que el rodillo no llegara a una zona, es más seguro que la brocha si lo haga, pro ello el uso de estos dos juntos asegura un espacio más homogéneo.
Otra opción es utilizar una pistola pulverizadora de pintura, esta dentro de todas las herramientas a mano sería la que más rápido y uniforme haga el trabajo, por lo que, si tienes en posesión una, puedes acelerar el proceso sin tener en preocupación el uso del rodillo o la brocha, además de que otra ventaja es que la pintura aplicada con esta herramienta se seca mucho más deprisa.
Las capas y la calidad son importantes
Hemos hablado de herramientas y de la limpieza, sin embargo, algo que muchos no aplicarían en estos casos es una considerable cantidad de capas de pintura, pues en este caso como la pared se encuentra al exterior, se expone mucho más a distintos factores como lo pueden ser el sol y la humedad, por ello es importante tener cubierta la superficie con más de una sola capa de pintura.
La calidad de la pintura es otra característica fundamental, pues si esta es mucho más resistente a la humedad, a los cambios de temperatura y demás, el resultado profesional y limpio se mantendrá así por mucho más tiempo, un ejemplo puede ser la pintura para revestimientos de fachadas, pues cuenta con una protección ultra violeta que le permite no ser afectada ante los rayos del sol y los cambios de temperatura, otra característica de esta pintura es que su secado es mucho más veloz a comparación de otras.
La mejor técnica de pintado para zonas rústicas
Un trazo que ayuda a que la brocha pueda penetrar mucho más fácil entre grietas y relieves son los trazos en forma de W, en pocas palabras trazos en diagonal que varíen de ir hacia arriba o abajo, esto también ayuda a que el trazo pueda verse mucho más limpio y menos marcado sobre la pared, y el acabado mejora al aplicar varias capas.
El hacer cada trazo mucho más lento ayudará a que el rodillo pueda cubrir mucho más y depositar más contenido de pintura, por lo que incluso podría mejorar el resultado final sin aplicar más de dos capas.
En el caso de utilizar la pistola de pintura lo más recomendable es evitar acercarse mucho a la pared, pues esto permitiría que la pintura se acumule en capas y no termine luciendo tan uniforme como se quería en un inicio, por ello una distancia mínima de 40 cm entre la pistola y la superficie puede asegurar algo mucho más profesional, aunque esto depende también directamente de la intensidad y fuerza de la herramienta.