Las paredes se pueden pintar tantas veces como sea necesario, aunque siempre hay que tener en cuenta el tipo de pintura previa que se ha utilizado y con la que se pretende pintar ahora, así como las manchas o humedad que hayan podido surgir con el paso del tiempo. Para pintar paredes ya pintadas debes seguir las siguientes pautas:
Repara las imperfecciones de la pared
Con el paso del tiempo se generan una serie de imperfecciones como humedades, grietas o golpes que en cierta parte son inevitables. Estas marcas se van a notar aunque superpongas varias capas de pintura, por lo que es esencial repararlas antes de empezar a pintar.
En algunas paredes es muy común encontrar desprendimientos de pintura, huellas del rodillo, la brocha o el pincel, o cualquier tipo de imperfecciones salientes. En estos casos debes lijar suavemente la pared para dejarla totalmente lisa.
Elige el tipo de pintura
Podemos distinguir dos grandes tipos de pinturas para pared: las pinturas de temple y las pinturas plásticas.
La pintura de temple ha sido la más popular durante décadas, esto se debe en parte a su reducido coste y a su alta calidad. Este tipo de pinturas dejan transpirar muy bien las paredes y ofrecen infinitas posibilidades de combinación de colores puesto que se pueden aplicar todo tipo de tintes y colorantes para pinturas.
El temple se compra en un saco, cuyo contenido se vierte en agua, luego hay que añadir los tintes y colorantes necesarios. Para crear la pintura hay que removerla a mano para evitar que se creen grumos.
La pintura plástica es algo más costosa pero ya viene totalmente preparado, en los últimos años se está haciendo cada vez más popular. La calidad final de la pintura plástica es mayor puesto que su textura es mucho más suave, no tiene tantos granos y manchas como la pintura temple.
Lo ideal es pintar sobre el mismo tipo de pintura que ya había en la capa anterior, aunque no hay inconvenientes en cambiar de tipos de pintura. En estos casos debes tener en cuenta que se va a marcar todo lo que se encuentra en la capa inferior. Si vas a aplicar una pintura plástica sobre temple, es recomendable lijar las imperfecciones de la pared, puedes hacerlo con la lija más suave o con una lija especial para pintura.
No pintes una pared de pintura plástica con temple
Es muy común hacer el proceso inverso, pero lo cierto es que no tiene mucho sentido pintar una capa de temple sobre una ya existente de pintura plástica. La pintura de temple tiene un aspecto tirando a rugoso o arenoso que es muy característico, esto significa que cualquier capa de pintura que aplique sobre ella, aunque sea pintura plástica, va a seguir marcando esos pequeños granos.
En estos casos es más recomendable seguir pintando con temple, o bien lijar todas las imperfecciones de la capa anterior, aunque esto vaya a llevar cierto trabajo.
Ten en cuenta el color anterior
El color de la anterior capa de la pared va a condicionar la nueva, es necesario invertir más tiempo y esfuerzo para cambiar de un color oscuro a uno claro que viceversa, en muchas ocasiones tendrás que dar una capa intermedia de color gris.
Si la pared anterior está pintada de un color oscuro y ahora quieres pintar un color claro (azul, naranja, amarillo, tonos pastel, etc.) o cualquier color que no tenga una base blanca, primero es necesario dar una capa de color gris, de esta forma el cambio es progresivo y se ahorran capas de más con el nuevo color. En el caso de que no tengas pintura gris, puedes utilizar pintura blanca y aplicar un tinte.
Ten en cuenta la “transparencia" de los colores
Dentro de una gama cromática existen colores que tienen una base blanca, es decir, que se han creado en base a teñir este color con cualquier tinte o combinación de tintes, y las pinturas con base transparente o de otros colores, estas pinturas suelen ser más vivas puesto que no se han creado sobre una base blanca.
Los principales colores que se han creado sobre una base blanca son tonos fríos desde el azul hasta el verde, así como el gris. Las bases transparentes son más variadas y combinan todo tipo de colores intensos, desde colores cálidos como el amarillo, el naranja o el rojo, hasta colores primarios como el magenta. Debido a su composición, estos colores son mucho más difíciles de cubrir en una pared.